Un acompañamiento armónico multinstrumentista a favor de la libertad interpretativa.
El flamenco sigue en el eterno dilema de mantenerse fiel a sus raíces o innovar y adaptarse a los tiempos. La clave, dicen los expertos, es avanzar y experimentar habiendo estudiado los orígenes y los grandes nombres que hicieron del género el referente que es hoy en día. Será que, una vez estudiado el cante jondo, cantaores, guitarristas e instrumentistas han querido ‘jugar’ con las melodías y armonías y buscar su propia identidad, manteniendo el respeto al género pero permitiéndose sentirlo de una forma más propia. Y en esta transición, el toque y las palmas, como fieles acompañantes del cante flamenco, llevan unos años compartiendo escena con otros instrumentos que suenan cada vez más fuerte, queriendo aportar nuevos matices y demostrar que sí, que también merecen ser reconocidos dentro de este arte declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
El cante aporta una línea melódica que necesita un instrumento que le aporte armonía en el acompañamiento, cuyo compañero natural ha sido siempre la guitarra. Sin embargo, desde hace algún tiempo hasta ahora, el cante ha facilitado que ese colchón armónico se abra a otros instrumentos que, a priori, no son afines al flamenco, como violines, clarinetes, pianos, flautas, marimbas, etc. Pero el hecho de que tengan cabida dependerá de la consideración del propio cantaor sobre el género. “Si el cantaor abre su mente al ensayo y a que la música flamenca crezca, valorará que otros instrumentos puedan aportar a su tímbrica color y colchón armónico visto desde diferentes afinaciones”, señala Curro Piñana, Catedrático de Cante Flamenco del Conservatorio Superior de Música de Murcia y Doctor en Música.
Para él, el denominador común entre los diferentes instrumentos es “la experiencia que permite que el cante se vea envuelto en una serie de sonidos tan diferentes que no hacen otra cosa que enriquecer esa música”. Lo dice desde la experiencia como uno de los cantaores reconocidos de la Región, que ha salido de la formación clásica dentro del género para buscar “ese enriquecimiento constante para poder hacer flamenco”. “Me ha parecido una manera de nutrirme de estados de ánimo y sensaciones”, señala, incidiendo en que el propio acompañamiento proporciona diferentes oportunidades melismáticas a la voz del cantaor. “Siempre he creído que el cante ha crecido de la mano de la armonía”, añade.
Un sentir que es más que in instrumento
El flamenco es un lenguaje de comunicación, una forma de expresión emocionalmente intensa que va más allá de la música. Eso hace que no baste con aprender los ritmos, patrones y formas, sino que hay que hacer una inmersión en la propia cultura. “Las vivencias son fundamentales para componer con autenticidad y calidad, y es esencial comprender y apreciar la esencia y la historia del flamenco para poder transmitir y sentir”, cuenta el pianista flamenco Dorantes. Respetar la esencia y las raíces del flamenco, dominar la técnica, ser auténtico y tener la capacidad de escuchar al otro son las claves para que cualquier músico flamenco pueda hacer que su instrumento se integre en el género.
El flamenco es un lenguaje de comunicación, una forma de expresión emocionalmente intensa que va más allá de la música. Eso hace que no baste con aprender los ritmos, patrones y formas, sino que hay que hacer una inmersión en la propia cultura. “Las vivencias son fundamentales para componer con autenticidad y calidad, y es esencial comprender y apreciar la esencia y la historia del flamenco para poder transmitir y sentir”, cuenta el pianista flamenco Dorantes. Respetar la esencia y las raíces del flamenco, dominar la técnica, ser auténtico y tener la capacidad de escuchar al otro son las claves para que cualquier músico flamenco pueda hacer que su instrumento se integre en el género.
“El que quiera estudiar flamenco tiene que estudiar a Montoya, Niño Ricardo, Sabicas… sería el camino ortodoxo que se debe plantear, y ya tendrá tiempo de llegar a Camarón y estudiar a Paco de Lucía”, anima Pedro Ojesto, que hace alusión a la gran capacidad que hay en la actualidad de acceder al conocimiento y la importancia de una orientación “bien dirigida” por parte de los educadores para saber por dónde empezar con tantas posibilidades de información.
El compositor y flautista flamenco Óscar de Manuel (‘Filón’ 2012) considera que para defender el flamenco “hay que mamarlo, vivirlo y embarrarse en muchos conciertos o fiestas flamencas”, ya que es “la forma de sentir pertenencia a nuestro arte y aportar nuestro granito de arena”. Para el percusionista flamenco Alejandro Solano (‘Filón’ 2019), “un flamenco no puede tocar este género sin aprender el compás ni la percusión”.
Un sentir que es más que in instrumento
El flamenco es un lenguaje de comunicación, una forma de expresión emocionalmente intensa que va más allá de la música. Eso hace que no baste con aprender los ritmos, patrones y formas, sino que hay que hacer una inmersión en la propia cultura. “Las vivencias son fundamentales para componer con autenticidad y calidad, y es esencial comprender y apreciar la esencia y la historia del flamenco para poder transmitir y sentir”, cuenta el pianista flamenco Dorantes. Respetar la esencia y las raíces del flamenco, dominar la técnica, ser auténtico y tener la capacidad de escuchar al otro son las claves para que cualquier músico flamenco pueda hacer que su instrumento se integre en el género.
“El que quiera estudiar flamenco tiene que estudiar a Montoya, Niño Ricardo, Sabicas… sería el camino ortodoxo que se debe plantear, y ya tendrá tiempo de llegar a Camarón y estudiar a Paco de Lucía”, anima Pedro Ojesto, que hace alusión a la gran capacidad que hay en la actualidad de acceder al conocimiento y la importancia de una orientación “bien dirigida” por parte de los educadores para saber por dónde empezar con tantas posibilidades de información.
El compositor y flautista flamenco Óscar de Manuel (‘Filón’ 2012) considera que para defender el flamenco “hay que mamarlo, vivirlo y embarrarse en muchos conciertos o fiestas flamencas”, ya que es “la forma de sentir pertenencia a nuestro arte y aportar nuestro granito de arena”. Para el percusionista flamenco Alejandro Solano (‘Filón’ 2019), “un flamenco no puede tocar este género sin aprender el compás ni la percusión”.